sábado, 29 de septiembre de 2007

Juan Cristobal

Licenciado en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Su obra ha merecido las siguientes distinciones: Premio Nacional de Poesía, 1971; Primer Premio Juegos Florales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos,1973; Mención Honrosa de Poesía en el Concurso Casa de las Américas (Cuba),1973; Segundo premio en el Concurso Poesía y Canto para El Salvador, organizado por la Radio Venceremos, 1981; Mención Honrosa en el Concurso de Cuento Organizado por la Asociación Peruano-Japonesa, con el libro "Aguita'e Coco". Tercer premio en el concurso Premio Copé organizado por Petroperú el año 1997.
Se ha desempeñado como profesor en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos: Facultad de Educación; en la Universidad San Martín de Porres: Facultad de Ciencias de la Comunicación. Enseñó el curso de Introducción a la Literatura y Literatura Peruana del siglo XIX, en la Universidad Privada "María Inmaculada". Actualmente es profesor en el taller de poesía del Instituto Cultural José Carlos Mariátegui.


De: "El Osario de los Inocentes"

1

Cuando bebíamos las cervezas eran azules
Con tus ojos de fresa desnuda inventabas el mar y su cólera incierta
En tus largos cabellos de otoño crecían palomas adorando el rocío
La soledad es más cierta que el tiempo decías
Y la claridad de los caracoles alzaba sus sortijas de fuego
Cuando bebíamos las cervezas eran azules
Nunca tuviste una idea fija del sueño
Tus hijos aprendieron a tirar manzanas al cielo
Y sonreías no sin antes saber lo que era la dicha
Buscaste la paz después del combate
Y la lluvia reemplazó a la vida

2

El verano es siempre cruel para los barcos
Nuestros ojos lo saben
Y ninguna espiga abre su imagen pura en la tierra
Para entender el silencio del guardián olvidado
Las colinas verdes del cielo y los peces rojos de los mares del sur
Habrán de volar como tallos heridos
A ciudades que tengan
Caminos y sueños con olor a venado
Pero nada puede la aurora y el desierto renace
Entre las flores antiguas todo estará destruido
igual
A esa garzas que hunden sus alas
O como esos abuelos
que llegan rendidos
después de la lluvia
al galpón de los leños

De: Celebraciones de un cazador

Tío Ho


parecías una olla de barro en el fuego
un pequeño cántaro de chicha en las tiendas olvidadas de un pueblo
no era necesario verte sentirte escucharte
estabas en el atardecer de todos los campos
en la ventisca lenta de todos los días
en las pupilas verdes de todos los ríos
tus soldados morían con una flor en el rostro
las mujeres con un poema tuyo en el pecho
ahora cantas sueñas sonríes amas
eres una alondra en todas las ramas del alba
tu nombre se parece a la dicha
a las enredaderas en los tejados del cielo
los niños te dicen "tío Ho cuéntanos un cuento"
y como un ferrocarrilero bondadoso los miras
avizoras la estrella la felicidad el camino
eres una naranja un puente un árbol un sol para todos

De: en las llamas del olvido

5

Oí tu voz
y creí que tu sueño me llamaba
Pero no eras tú
sino los laberintos acostumbrados de la vida
¿Para qué deternerse entonces -me pregunto-en la apariencia acostumbrada de las cosas?
Mejor me despido y que las cenizas sigan cayendo
en las últimas miradas soñolientas del rocío

14

Me preguntarán qué busco
entre los enojos infinitos de tus pasos
Les responderé que busco
los girasoles abandonados de mis pasos

De: “Poblando los Silencios”
(fragmentos)

IRENE

1

Mi madre fue obrera
En las mañanas se vestía del color de los tejados
Y en las noches leía el corazón a todos los muchachos
Jamás entregó sus sueños al canto de los pájaros
Ni su vida a los árboles que morían como el hombre
Con el humo de las fábricas

Un día
La lluvia no distinguió las letras de sus manos
Y la dejó como una paloma acribillada
En las ventanas de la calle

2

Amó las fotografías
Y los caballos que cuidaba su padre en los jardines de la iglesia
Por lo que todos acariciaban su sonrisa
Pero ahora que agoniza
Y se parece como nunca a los molinos abandonados de la tierra
Sueña –estoy seguro- con las naranjas que plantaba
De noche por el río
Con el fin de poblar la oscuridad
Y los ojos desesperados de sus hijos



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1 comentario:

Dios dijo...

¡Más malo que el diablo!